Mientras seguimos en las superficialidades
23 noviembre, 2020
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Me pasaron una secuencia de diferentes participantes en un juego (¿llamémosle de cultura general?), con una serie de preguntas sencillas y simples. La difusión de estos memes es a modo de chiste, y el humor puede ser sano o cruel, pasando por absurdo, satírico, negro e incluso grotesco. Ciertamente no me atrevo a clasificarlo, porque si en principio me sacó una media sonrisa (algo amarga), rápidamente pasé a la vergüenza ajena, para terminar con una sensación de fracaso colectivo.

Porque dónde ha quedado esa ambición de crear sociedades más igualitarias en un amplísimo sentido de la palabra, con similares posibilidades de acceso a la enseñanza, a la educación y al desarrollo personal y profesional. Tampoco parece que seamos una sociedad más responsable, y, en consecuencia, más esforzada y comprometida con su presente, futuro y la colectividad, a la vez que más crítica, no solo con los que manda, sino también con sus iguales.

Una causa puede ser la fractura entre los valores de unas generaciones y las siguientes. Unas vividas en la falta de abundancias cuando no en las carencias, en el esfuerzo, perseverancia y constancia para alcanzar algún tipo de avance o progreso, personal o colectivo, en la responsabilidad y el deber; y otras, en las exageraciones, derroches, en el me lo merezco, y en los derechos e individualismos.

Y mientras circulan memes que muestran ese fracaso colectivo de valores, de leyes de enseñanza, de principios básicos de educación, de responsabilidades familiares, de ambiciones personales de desarrollo y progreso, seguimos enredados en las superficialidades, en el corto plazo, en las tácticas, en las demagogias y en regalar los oídos, pero poco en encarar los verdaderos retos que vienen por delante. Necesitamos medidas estructurales de calado en muchos aspectos sociales y económicos, para las que no valen ni las recetas ni las formas de antaño. Necesitamos claridad meridiana en los mensajes, sin tapujos, y todos aceptar cambios, más compromiso, y recuperar valores esenciales. Ya sabemos que la vida no es fácil. Ni gratis.

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