Mandos intermedios

Durante unos días he estado impartiendo para mandos intermedios, y dentro de un amplio programa de formación, la parte correspondiente a competencias directivas, tan necesarias en cualquier puesto directivo, alto o medio, y que sin embargo, la más de las veces se infravaloran en estos puestos intermedios, cuya situación de bisagra entre el “mando” y la “tropa” le confieren una importancia extrema en las organizaciones, pues deben implantar la estrategia de la organización, muchas veces en condiciones adversas, a pesar de lo cual son impelidos a cumplir los objetivos de la organización.

 

Dos conclusiones de estas jornadas, una que la gran mayoría son profesionales en su trabajo, preocupados por estar al día y el firme propósito de hacer las cosas bien, y dos, la necesidad de que las personas que ejercen estas funciones desarrollen competencias directivas. El mando intermedio tiene que planificar y ejecutar los trabajos, a la vez que controla a los equipos para que asuman los objetivos. Define las tareas, las asigna a las personas adecuadas, establece los plazos, proporciona medios y fija métodos justos de supervisión. Debe de conocer a su equipo y comprometerse con su desarrollo, conocer su grado de madurez, conocimientos, experiencia, motivación y compromiso de cada uno, para así aplicar el criterio de dirección más adecuado. Pues las personas con poca experiencia requerirán de más supervisión cercana y más ayuda, que les definan el trabajo con mayor precisión y señalarle qué, cómo, cuándo y dónde realizar las tareas. Conforme la experiencia y competencias del personal se elevan, éstos necesitarán menos supervisión y más motivación que les ayude a crecer profesionalmente. Y cuando a una alta competencia le sumen un alto compromiso y motivación la labor del mando intermedio será demostrarle confianza y delegarle responsabilidades.

 

Además debe de fomentar el espíritu de equipo repartiendo el trabajo de forma equilibrada, obteniendo el compromiso, fomentando la cooperación, organizando el trabajo para que esté coordinado y se complementen los miembros de equipo, al mismo tiempo que se gana la confianza manteniendo unos valores personales de equidad, justicia y respeto, y una comunicación en la que no sólo exprese bien los mensajes sino que sepa escuchar de forma significativa a su equipo para integrar sus aportaciones, informarse de la realidad de la situación, proyectar una imagen de empatía, inteligencia emocional y consideración. Lo que aumentará la confianza, fomentará el diálogo y facilitará la gestión conflictos

 

Como vemos muchas son las competencias que debe desarrollar un buen mando intermedio, es por ello que ni vale cualquiera ni debe ser considerado únicamente el capataz que trasmite órdenes de la dirección, sin posibilidad de desarrollar su iniciativa y su liderazgo, de esta forma no se conseguirán ni equipos eficientes, ni equipos comprometidos, y creadme, un buen mando intermedio será capaz de conseguirlo incluso en condiciones adversas en la organización, generando valor para la empresa. Un buen mando intermedio puede minimizar una mala estrategia y dirección empresarial.

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