La sociedad del cansancio

Terminado el periodo vacacional tradicional, para aquellos que tengan la fortuna de disfrutar de un trabajo, suele comenzar un nuevo tiempo, ya saben una nueva temporada en la que volvemos a hacer planes, marcarnos objetivos, refrescar ilusiones. Las más de las veces nos marcamos objetivos ambiciosos, llenos de positividad, en la creencia de que podemos con todo, lo que produce, según el filósofo alemán de origen coreano Byung-Chul Han, seres agotados, fracasados y depresivos. Alerta Han sobre la nueva esclavitud del sigo XXI, la sociedad del rendimiento. Ya no existen cadenas físicas, sino que el hombre se auto-exclaviza, pero paradójicamente viéndose un ser libre.

Hemos pasado de una sociedad disciplinaria caracterizada por la prohibición, el mandato y la ley, y regida por el ‘no’, a otra distinguida por las iniciativas, los proyectos y la motivación, representada por el ‘podemos’. Somos capaces de todo es cuestión de voluntad, de querer.

Según Han la sociedad actual tiene interiorizada la necesidad de maximizar la producción, y un sistema basado en la disciplina que tiene un esquema negativo, basado en la prohibición y en la anulación de la iniciativa, alcanza pronto su límite de desarrollo, pues a partir de un nivel determinado de producción la negatividad de la prohibición tiene un efecto de bloqueo e impide un crecimiento futuro. Es por ello, a juicio de Han, que con el fin de aumentar la productividad se sustituye el paradigma disciplinario por el del rendimiento, por un esquema positivo del poder hacer. La positividad del ‘poder’ es mucho más eficiente que la negatividad del ‘deber’.

Otra variable que contribuye también al cansancio de la sociedad es la atención multitasking del hombre contemporáneo, que para Han es una regresión social que nos remite al mundo de los animales salvajes, que la necesitan para sobrevivir. Al estar perdiendo la capacidad contemplativa, la posibilidad fértil del aburrimiento, del juego, del sosiego, nos estaríamos convirtiendo en hombres cansados, que reventamos a instancias del “yo puedo”.

La finalidad del sistema neoliberal en el que estamos inmersos es tener consumidores, no ciudadanos, y maneja de forma exquisita las emociones y los afectos a través, sobre todo, de las nuevas tecnologías. No consumimos objetos sino emociones, y éstas son el vehículo perfecto para el control social a través de las nuevas tecnologías. En la red todo puede ser observado, registrado y utilizado.

Esta es la tesis de este filósofo alemán-coreano, que ha generado lo que ha llamado la sociedad del cansancio. Tesis polémica, sin lugar a dudas, pero que nos puede hacer pensar sobre algunos aspectos: desde nuestras relaciones personales a las laborales, desde nuestro comportamiento como consumidores a cómo nos relacionamos con nuestros clientes, sobre nuestras ambiciones y objetivos, etc…

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