Competición Málaga-Sevilla

Coopetición es el término que acuñaron en 1996 los profesores B. Nalebuff (Yale School of Management) y A. Bradeburger (Harvard Business School) en un libro con el mismo nombre y en el que ofrecen una alternativa al tradicional enfrentamiento entre competidores. De hecho, el término es la unión de las palabras competencia y colaboración. El nuevo enfoque rompe el esquema competitivo tradicional por el que para que uno gane otro tiene que perder (juego de suma cero), y propone otro por el que la ganancia de uno no implica necesariamente la pérdida de otro (juego de suma no-cero), lo que conllevará la realización de acuerdos de colaboración que permita a los competidores ganar a la vez.

La filosofía que subyace es que la complementariedad te hace más grande que si vas solo, y te permite ‘pelear’ por mayores mercados y en mejores condiciones. Es sabido que la dinámica global en la que se mueven los mercados y la economía obliga a competir con más variables, y, adoptar estrategias coopetitivas proporcionan más fortalezas y más diferenciación al complementar la oferta. Al coopetir se mirar el mercado a lo grande, con ambición, sin conformismo, sin localismo.

Por fin las dos grandes ciudades andaluzas se han dado cuenta que suman más juntas que separadas, y como bien ha apuntado el alcalde de Sevilla “tenemos mucha más fuerza cuando trabajamos juntos, cuando buscamos proyectos y sumamos capacidades de uno y otro, que cuando nos dedicamos a nuestras rencillas internas o a debates que son mirarnos el ombligo, o si me lo permiten catetos desde el punto de una sociedad global, de una economía que tiene que competir con territorios mucho más potentes que el nuestro. No debemos pensar en reducir nuestro potencial para competir, sino en cómo incrementarlo”.

No es casual que esta iniciativa se haya producido tras el cambio en la alcaldía sevillana, pues entre otras cosas, la coopetición necesita un nuevo modelo de liderazgo basado en la capacidad de gestionar alianzas para lograr objetivos, en un enfoque global y en la generosidad más que en la búsqueda de protagonismos. Además, se deben de compartir algunos valores como: confianza, debe ser una relación abierta, sincera y honesta; compromiso, hay que cumplir los acuerdos y objetivos acordados, tanto en el trabajo propio como con los clientes; y reciprocidad, tener verdadera disposición a cooperar en beneficio mutuo.

Por último, dos riesgos a señalar, uno, no definir bien las complementariedades (“Somos ciudades complementarias en materia turística y podemos coordinar nuestras agendas para potenciar el efecto de atracción a visitantes”, ha señalado De la Torre), será necesario un riguroso estudio coste-beneficio, profesional y recíproco, no llevado por oportunidades políticas. Y otro, el mecanismo de resolución de los conflictos, que surgirán, pues serán momentos críticos que pondrán a prueba la relación. La gestión de los primeros conflictos será crítica para que se fortalezca y consolide la coopetición o languidezca y muera.

En conclusión, una magnífica iniciativa, que no estará exenta de dificultades y que requerirá de un buen plan, profesional y lejos de oportunismos y veleidades partidistas, trabajo conjunto, buenas dosis de generosidad y un GRAN liderazgo.

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