La Gran Renuncia Española

A primeros de año, mi compañero de columna, ya escribía sobre este tema, y nos contaba lo que estaba pasando el mercado laboral estadounidense, donde mensualmente un 3% de los trabajadores (cuatro millones), estaban renunciando a sus empleos. Fenómeno que, aunque también ocurría en otros países como Canadá, Australia o Reino Unido, parecía que a España no llegaba. Sin embargo, encuestas recientes (InfoJob, PwC, Adecco o Infoempleo), un crecimiento continuo del número de personas que están dejando sus trabajos, alcanzándose en el primer semestre de este año casi la misma cifra de personas que en 2021 rescindieron voluntariamente sus contratos indefinidos.

Las primeras conclusiones llevaban a colegir que la pandemia ha sido la inductora, como si hubiera despertado a muchas personas acerca de cuáles son las cosas que importan, que cosas en nuestras vidas son las que de verdad se deben valorar. De ahí que, más de la mitad de las personas que abandonan su trabajo lo hacen porque no pueden conciliar su vida laboral y personal, o porque el ambiente de trabajo no favorece una buena salud mental.

Posiblemente no sea un fenómeno temporal, porque si con la situación de incertidumbre y crisis que nos amenaza se están alcanzando esas renuncias, nos hace pensar que los valores que reclaman los trabajadores han cambiado ya. Algo confirmado por diferentes estudios en los que, aunque el principal motivo de cambio de trabajo es el salario, este va perdiendo peso ante el aumento de los que cambian porque buscan mejores condiciones de conciliación y los que quieren un trabajo motivador y que le permita un desarrollo personal y profesional.

Ante este panorama los empresarios y directivos se enfrentan a un gran reto, crear las políticas que humanicen las empresas y conseguir sentido de pertenencia de los empleados con su empresa. Para ello nada mejor que promover la responsabilidad permitiendo la iniciativa y toma de decisiones, el progreso profesional (tanto con formación con planes de carrera profesional), a  la vez que se facilita el desarrollo personal, y, por supuesto, políticas salariales equilibradas y justa que valoren el trabajo bien hecho.

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