Dos días después de conocida la victoria de Trump hablábamos en un encuentro con emprendedores sobre las tendencias actuales y por consiguiente a tener en cuenta en sus proyectos empresariales. Una de las que destacábamos era la globalización de la economía, lo que conlleva entre otras cosas a las deslocalizaciones de la producción y, un enfoque y vocación internacional de las empresas. Sin embargo, alguien sugirió si no deberíamos revisar esa tendencia visto lo que no sólo predica el victorioso Trump, sino teniendo en cuenta el brexit, el discurso lepenista en Francia y las corrientes nacionalistas que se dan en la Europa del este, y quizás la tendencia va hacia el proteccionismo y economías más cerradas.
Expongamos dos razonamientos que reafirman esa tendencia hacia la globalización de la economía; por un parte, parece que esta no tiene vuelta atrás, pues a pesar de que ha producido y está produciendo efectos negativos como la crisis financiera mundial, la homogeneización cultural, la alarmante pérdida de conquistas sociales y laborales o el menoscabo del Estado del Bienestar; los avances que podríamos considerar positivos como el alto nivel tecnológico y científico alcanzados, el amplio acceso a la cultura y a la ciencia o el mayor desarrollo de las comunicaciones gracias a Internet, parecen tener más peso.
Por otra parte, para muchos expertos las propuestas de Trump no tienen cabida por diferentes razones; su mensaje choca con el perfil de sus asesores, multimillonarios de las finanzas –Wall Street , fondos de inversión, banca de inversión– y del sector inmobiliario; por la difícil ejecución que supondrá denunciar los tratados internacionales para subir los aranceles y poner barreras a las importaciones; por la presión que harían las grandes multinacionales norteamericanas con muchos intereses a nivel mundial, y por último, y quizás más palmario, el comportamiento que tuvieron los mercados, como si Wall Street diera su beneplácito y confianza. Posiblemente esta sea la realidad sin elucubraciones de tendencias.
Evidentemente es con desregulaciones e impuestos mínimos, como ya vimos en el pasado reciente, como más se beneficia la economía financiera, a la que la administración Obama estableció controles y regulaciones. ¿Y si el inteligente Trump solo es una pieza más de algo mucho más elaborado por las élites dominantes de la economía financiera mundial? Y no apunto hacia ninguna teoría conspirativa, sino todo lo contrario, hacia un plan maquiavélicamente pergeñado consistente en promocionarlo por su populismo antisistema, por ser un reality show viviente, para así ganar las elecciones y ahora poner en juego el plan de volver a la liberalización de los mercados, la vuelta a la economía de casino, acrecentar las desigualdades y continuar con su insaciable voracidad, y por supuesto no cumplir nada de lo prometido a los ‘perdedores’ de la globalización. Como sabemos el hombre es el único animal que tropieza varias veces en la misma piedra y no aprende de la historia, ni siquiera de la cercana. Esto también es una realidad.