Quién no se ha encontrado a lo largo de su vida en situaciones desfavorables en las que se ha visto, más o menos, obligado a abandonar o renunciar a ciertas opiniones, posición ideológica, incluso a un plan de acción, y, por ende, a asumir obligaciones excesivas o a hacer cosas que no deseaba.
Es, en estos casos, cuando podemos reaccionar de forma positiva e intentar sacar ventaja de la desventaja, beneficio de un mal momento, actuando con la cabeza fría y autocontrol, anteponiendo la razón a la conmoción del revés, tomando, así, decisiones más favorables, aunque la situación parezca no serlo. Actitud muy cercana a la filosofía del Estoicismo, según la cual a las personas no las perturban las cosas que pasan, sino la opinión que tiene sobre las cosas que pasan.
Acudiendo al refranero: hacer, de la necesidad, virtud. El problema está cuando olvidamos la virtud. Es, entonces, cuando lo que se intenta es obtener una ventaja indebida, en cuyo caso, la razón se perturba y nos lleva a disfrazar las cosas de lo que no son, y en lugar de tomar una decisión virtuosa, es decir, con recto modo de proceder (RAE), se actúa disfrazando los hechos de lo que no son y con falta de transparencia.
Para los estoicos “la virtud es el bien supremo”, y el ser humano debe aspirar a la virtud interior, y consideran cuatro grandes virtudes: el conocimiento, que facilita manejar situaciones retadoras con la cabeza tranquila. La templanza, para moderar y controlar la seducción de los placeres cotidianos. La justicia, que debe ejercerse incluso en caso de recibir injusticias de los demás. El coraje, para conservar la claridad y la integridad en situaciones extremas. En resumen, la virtud es una cualidad positiva, que alude a la conducta, a la forma de obrar, y tiene un claro sentido moral.
Por el contrario, Maquiavelo rompió con esta tradición moral del concepto virtud, llevándosela a la órbita de la utilidad política. La virtud como las cualidades del “caudillo” para vencer los obstáculos. Pasando del ámbito moral al de la conveniencia o la utilidad. El fin justifica los medios.
Al igual que en el mundo empresarial, cada vez más, se demandan líderes honestos, íntegros, humildes, justos y ecuánimes, ¿hacia dónde vamos en otros ámbitos?