¿Acabarán los tópicos?

A pesar de las evidentes mejoras en infraestructuras, sanidad, educación y desarrollo social, los datos macroeconómicos después de casi cuatro décadas de autonomía muestran que seguimos estando muy lejos de aproximarnos a las medias nacionales.

 Nuestra economía ha alcanzado los 155.000 millones de euros, que representa el 13,3% del PIB nacional, aún cuando somos el 18% de la población española. La renta por habitante es de 18.470 euros y la media nacional de 25.000 euros, es decir, un diferencial de veintiséis puntos, casi idéntico a los veinticinco puntos de 1983. La brecha de la riqueza no mengua.

El desempleo es ocho puntos superior a la media nacional (22,85% vs 14,55%), diferencia que aumenta en el caso de las mujeres llegando a casi once puntos (27,08% vs 16,22%), y de trece puntos en los menores de 25 años (46% vs 33%). Dato agravado con la alarmante tasa de abandono escolar, un 23% de jóvenes deja de estudiar después de la enseñanza obligatoria, cuatro puntos superior a la media española y doce sobre la europea. Una barbaridad. Y rematamos con datos sobre formación, en el último informe PISA seguimos teniendo peores resultados en competencias en ciencias, matemáticas y compresión lectora. Tópico o realidad. Como vemos la convergencia no llega a pesar de que Andalucía es la sexta comunidad que más dinero ha recibido de fondos europeos, más de 100.000 millones de euros.

Muchas explicaciones justificarán que permanezcan estas diferencias, estas brechas. La primera y evidente que al partir de tan atrás la inversión en Andalucía debería haber doblado la media española para alcanzarla, cosa que no se ha dado. Pero, después de tanto tiempo no puede ser la razón, pues suena a excusa. Creo que ha faltado un auténtico cambio cultural, una ruptura con nuestros tópicos, con nuestro pasado. Se ha priorizado el subsidio a la prestación, dar el pescado en lugar de enseñar a pescar. Se ha protegido el sector público, el 23% del PIB cuando la media española es del 18%, mientras que tenemos un débil tejido empresarial con un excesivo número de empresas de escaso tamaño, con sistemas de gestión antiguos y no adaptadas tecnológicamente, poco peso del sector industrial (12,8%), en contraposición a sectores como el turismo, la construcción y la agricultura, intensivos en mano de obra, de bajo valor añadido y con baja productividad.

Si se considera que todo cambio personal es positivo, pues implica salir de la zona de confort y, por tanto, enfrentarnos a nuestros miedos sacando lo mejor de cada uno; hacer las cosas de forma distinta lo que nos ofrecerá otros resultados, y ambas contribuyen a desarrollar nuevas capacidades, vivir nuevas experiencias, tener un crecimiento personal, una transformación. Si esto es válido a nivel personal, ¿puede serlo a nivel de sociedad? Pienso que sí. Necesitamos como sociedad afrontar nuevos retos, más ambición, una nueva mentalidad, y para esto será necesario nuevas políticas, nuevas ideas, nuevas formas. Esperemos que estén a la altura y acaben con los tópicos.

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