Parece que no queda otra que iniciar la transformación digital si queremos adaptarnos a los tiempos y evolucionar nuestras empresas para convertirlas en empresas 4.0. Todo va muy rápido, hace nada que nos introducíamos en lo que era la empresa 2.0, y cuando todavía la mayoría no están adaptadas del todo ya nos hablan de la empresa 4.0. Sin darnos cuenta casi estamos dando el tercer paso a la vez que el segundo y la evolución a la empresa 3.0 ha pasado o está pasando de largo.
Dos preguntas recurrentes acerca de la transformación digital: por qué hacerla y en qué aspectos realizarla. Vayamos por partes. El por qué parece evidente, si aceptamos que las personas y por ende sus organizaciones, formas de relacionarse, sus herramientas y tecnología han estado desde siempre en constante evolución, es entonces un devenir lógico. Pero si además percibimos que estamos inmersos, en un gran cambio sociocultural, que afecta no sólo a nuestros usos y costumbres, sino también a nuevos modelos de sociedad, de familia, nuevas formas de comunicarse y relacionarse, etc…, que dan lugar a nuevas tipologías de clientes con características como la impaciencia, polarización y menor fidelidad, lo que obliga a su continua conquista y enamoramiento, a sorprenderlo constantemente. Consecuencia de esto, entre otras cosas, son los nuevos modelos de negocio basados en la económica colaborativa, freemium, plataformas multilaterales, etc…
Sobre la segunda pregunta, ¿en qué aspectos realizar la transformación?, existe cierto consenso que debe enfocarse hacia la mejora de procesos, la mejora e innovación de productos y la mejora de la experiencia de clientes. Absolutamente de acuerdo. Pero no podemos obviar que la clave de la nueva empresa del siglo XXI, de la empresa 4.0, será la información y el conocimiento, pues estos ayudarán no sólo a mejorar los aspectos referidos sino también a mejorar el control de las empresas al tener sistemas de información en tiempo real que facilitarán la toma de decisiones rápidas y con datos. De esta manera se podrá mejorar la experiencia del cliente al conocerse rápidamente qué problemas tiene y qué es para él más prioritario a resolver y cómo. Mejorándose entonces el producto en los aspectos que quiera el cliente y no sólo en su rendimiento (durabilidad, eficiencia, etc…), que suele ser las evoluciones lógicas que se introducen, sino atendiendo también a dimensiones como las sociales y emocionales. Será el momento de las mejoras de procesos, en función de cómo se mejoren los productos y la experiencia del cliente.
Una sugerencia, aunque nuestra empresa no sea de tecnología no estaremos exentos de la transformación digital. Esto no sólo va de tecnología, esto va de aplicar inteligencia a los volúmenes de datos que contienen todas las empresas, unos más ordenados y otros menos, para agregar valor a su negocio. Por tanto, no sólo es un tema tecnológico sino de modelo de negocio, de nuevas estrategias, de replantearse el futuro, algo que ineludiblemente compete a la alta dirección.