Relativamente buenos datos

Esta semana comenzaba con la publicación de los datos de desempleo, y aunque el primer dato lanzado es contundentemente bueno, se producía la segunda mejor marca histórica en el mes de abril con un aumento de la afiliación a la Seguridad Social de 186.785 cotizantes, si profundizamos en el análisis de los datos publicados, y sin negar su bondad, quizás deberíamos matizar que son relativamente buenos.

Tres variables nos llevan a esa relativización, y que, no por repetidas mes a mes deben ser asimiladas como aceptables o como imposibles. Una es el modelo productivo que está tirando del carro, o posiblemente tengamos que pensar, el modelo de país que estamos creando. Al desagregar los datos se comprueba que es el sector servicios el que tira del empleo, y especialmente la hostelería. Tan es así que la mitad de esos nuevos cotizantes (91.000) son de ese sector y de ellos 85.493 camareros. Evidentemente, no es casual que las Comunidades que más han contribuido sean Andalucía, Baleares y Cataluña, sitios de costa que han visto aumentar el negocio con la Semana Santa.

En ese hecho, la coincidencia de la Semana Santa con los buenos datos, es donde advertimos otra de las variables repetidas, la estacionalidad excesiva de nuestro modelo productivo y de nuestro mercado de trabajo, que produce records positivos y negativos en función de la época del año. Es innegable que la estacionalidad es consustancial al sector turístico, pero esos dientes de sierra tan pronunciados que muestran los gráficos de empleo trasladan incertidumbres e inseguridades a los trabajadores, que pueden implicar retraimientos en el consumo, menos ahorro y, en concreto, economías -particulares y públicas-, y sociedades más débiles.

Y la tercera variable es la precariedad que trasladan los datos, de cada 10 empleos creados 9 son temporales, evidentemente consecuencia de la misma estacionalidad, pero no sólo, sino también por el sistema contractual y por la carencia en gran parte de nuestras empresas de buenas políticas de gestión de personas que fomenten la responsabilidad, que premien el desempeño, que motiven la iniciativa, en definitiva, de creer que las personas son activos importantes en la competitividad y desarrollo de las empresas, sino cómo se explica que sólo un 9,9% de total de los nuevos contratos sean fijos.

Es evidente que algo nuevo hay que hacer. Desde que gobernó Felipe González llevo escuchando, gobierne quien gobierne, el mantra de que hay que cambiar el modelo productivo, pero más que cambiarlo en el sentido correcto parece que profundizamos en un modelo de poco valor y muy sujeto a coyunturas. Habrá que hacer cosas nuevas, las de siempre no funcionan. Ni las políticas activas de empleo, con cursos poco adaptados a la realidad y de poca empleabilidad, que consumen recursos públicos para beneficios de los organizadores, pero con poco valor para los desempleados. Ni la reforma laboral ha disminuido la temporalidad del mercado laboral ni ha aclarado el maremágnum de tipologías contractuales. Haciendo lo mismo de siempre seguiremos peor que nunca.

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