Micromultinacionales

Si analizamos algunos parámetros de las pymes españolas vemos que salen mal paradas respecto a las europeas. Tienen menos trabajadores –el 94,5% no tiene empleados–, la facturación media también es inferior, superando los 50 millones de euros sólo el 0,1%. La tasa de productividad también es peor, son menos innovadoras y tienen menos capacidad de crecimiento. Datos normales si atendemos a que la mayoría de los nuevos emprendimientos son de autoempleo y de negocios poco escalables, lo que siendo muy positivo no produce un ecosistema de empresas que compitan en mercados globales y en consecuencia con mayor capacidad de generar riqueza y empleo.

Hoy día, a nivel global, además de las multinacionales, existen un importante número de pymes a las que pertenece el presente, son micro-multinacionales, pequeñas empresas que se han enfocado a un nicho de mercado a nivel internacional aprovechando Internet y las plataformas comerciales, de comunicación y redes sociales que éste facilita para introducirse en mercados globales a costes mínimos.

Por tanto, el gran reto, no del futuro, sino del presente, es cómo transformar la empresa española de pequeña a micro-multinacional. Un respuesta simple, con profesionalización. Pero enumeremos algunas ideas para conseguirla:

1ª. El cambio y la innovación como ADN. Crear capacidades y procesos de innovación ágiles que faciliten la exploración y explotación de ideas disruptivas, a la vez que se utilizan indicadores como el time-to-market (tiempo de llegar al mercado), el time-to-profit (tiempo de conseguir beneficios) y el coste de desarrollo.

2ª. Colocar a las personas en el centro del negocio. A pesar de que las doctrinas más avanzadas en gestión abogan y demuestran que el buen ambiente, la buena retribución, la flexibilidad y la diversidad elevan la productividad, la empresa española le dedica poca atención.

3ª. Invertir en tecnología. La incorporación de las tecnologías de la información y comunicación en los procesos internos y externos, y transformación digital como fuentes de riqueza, obtención de beneficios y adaptación a los mercados.

4ª. Visión estratégica. Enfocarse al largo plazo, saber que se quiere ser, tener la ambición de querer ser los mejores en lo que se sabe hacer, sin dispersarse sino centrarse en su nicho, seguir el camino y persistir.

5ª. Aprender y formarse sobre otros sistemas de financiación. Hay vida más allá de la financiación bancaria. Si bien es cierto que sus reglas de juego son diferentes, por eso para desarrollar un verdadero ecosistema de inversión más allá de la tradicional financiación bancaria, hace necesario, formación en ambos lados, en el inversor y en el emprendedor.

6ª. Cooperación. Trabajar en colaboración (los campeonatos los ganan los equipos, los partidos las individualidades), en red con otras empresas, crear ecosistemas en los que unas se apoyen en otras.

7ª. La empresa como institución. Creer en el valor que aporta la empresa a la sociedad, como generadora de riqueza, de trabajo, de desarrollo tecnológico, de libertad, de conocimiento, mucho más que solo una organización que genera beneficios.

Habrá que ponerse a trabajar.

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