¡Hola chicos!

La relajación experimentada en las formas y tratamientos en las relaciones sociales es palpable en cualquier ámbito, ya sea en las personales o profesionales. Esta relajación o evolución va desde las formas de vestir hasta el casi inexistente uso del usted. Sobre si es mejor o no esta evolución, habrá diferentes opiniones. Para algunos, un exceso de formalismo resta autenticidad a las relaciones interpersonales, incluso indicarán cierta impostura. Para otros, son normas mínimas de cortesía, educación y saber estar.

Sea lo que fuere, quizás como en tantas otras cosas estamos penduleando, es decir, pasando de un extremo a otro. De tal forma, que del “buenas tardes señores” hemos pasado al “hola chicos”, del “desean algo más” al “¡chicos queréis algo más!” (tratamiento recibido en dos recientes restaurantes). ¿Significa esto que falta profesionalidad? Nos preguntamos los comensales, y dado el debate, quizás no del todo, pero algo sí.

La profesionalidad parece que engloba también cortesía, amabilidad, eficiencia en el servicio, calidad de los platos, atención al detalle, capacidad de satisfacer las necesidades y superar expectativas. Ahora bien, si no consideramos las palabras usadas y el trato, adaptándolo a la categoría del restaurante y a las características del cliente, alguna carencia profesional existe. Porque, aunque los sesenta sean los nuevos cincuenta, o incluso los nuevos cuarenta, lo de chico se nos quedaba lejos.

Que las normas y prácticas sociales han cambiado es una realidad. Que las nuevas generaciones tienen actitudes más relajadas hacia la formalidad y la autoridad, también (igual que mi generación respecto a las anteriores). Pero entre el exceso de formalismos que decíamos al principio, y el exceso de camaradería hay un amplio espectro en el que tiene perfecta cabida un trato más cercano y familiar, sin llegar al hola chicos, que, por otra parte, parece tan impostado como la excesiva formalidad.

Cuidado con asumir dogmas de las nuevas experiencias de clientes, que nos pueden llevar a perder la esencia. Hay que encontrar el equilibrio entre la informalidad y la formalidad, adaptándose al contexto específico y brindando un excelente servicio en todos los aspectos y en todo momento.

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