Hacia el pensamiento crítico

La incertidumbre es consustancial a nuestra existencia, aunque quizás estemos viviendo un tiempo en el que ésta se ha acrecentado, lo que nos conduce, más que nunca, a resolver una de las grandes cuestiones de nuestro tiempo, cómo tomar buenas decisiones ante tantas incertidumbres y riesgos desconocidos.

Una propuesta, cultivar el pensamiento crítico (no confundir con la criticidad compulsiva o el escepticismo), un razonamiento de excelencia, abonado a la objetividad y al rigor, alejado de los prejuicios, clichés y creencias que nos interfieren en la verdad. Subordinado a la razón, por tanto, requiere exigencia y audacia, perspicacia y agudeza, imparcialidad y humildad, apertura de mente o creatividad y lógica. En resumen, una forma de razonar y conducirnos nada fácil, pues implica dudar de nuestras propias percepciones, cuestionar todo con sumo rigor y un alto nivel de constante de conciencia.

Pero, aun conociendo su dificultad, un punto importante en nuestros días es implantarlo en nuestras organizaciones. La cuestión crucial es, cómo. Hay que actuar en la cultura, en la esencia. Es imprescindible implicar a todas las personas, en las que hay fomentar tres conductas claves:

1ª. La curiosidad. Esa búsqueda de el qué y el por qué de cada propuesta, idea o proyecto, proporcionará una variedad de teorías y mejorará la decisión.

2ª. El respeto a la diferencia. Aceptar diferentes perspectivas, saber y reconocer que no todos los enfoques en la resolución de problemas son iguales, sino que se sustentan en las diferentes experiencias, bagaje cultural y emocional, pudiendo esa variedad proporcionar información valiosa y muy diferenciada, para un mismo caso, enriqueciendo la toma de decisiones.

3ª. El debate. Saber penetrar en el trasfondo de los temas, documentado los puntos de vista, presentando todos los argumentos, planteados, obviamente, para encontrar la “verdad colectiva”, y no como una competición de unos contra otros.

Para esa buena implementación se necesita, también, estructuras organizativas más planas y un liderazgo positivo, basado en el desafío y el apoyo. Organizaciones en las que la toma de decisiones no sean sólo cuestiones de poder, de imposición jerárquica, sino fruto de un pensamiento colectivo, que proporcionará una sabiduría colectiva, y, por supuesto, una gran diferenciación que normalmente ese traducirá positivamente en negocio.

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