Cristiano I, El humilde

No es que me haya quedado perplejo, ni siquiera asombrado, el personaje lleva apuntando maneras desde hace tiempo, pero estas últimas declaraciones autoconsiderándose como el “mejor jugador de la historia” y el futbolista “más completo” creo que superan aquellas otras de “soy guapo, rico,…”, o incluso no celebrar los goles de sus compañeros porque él no ha marcado, o ese lenguaje corporal que en tantas y tantas ocasiones emiten un inaguantable aire de superioridad.

Este exceso de loa en primera persona creo que supera los ejemplos antes mencionados, además de por su exageración, porque al contrario que aquellos, ocurridos en un contexto de tensión propios de un partido o un postpartido, estas declaraciones se realizan en la tranquilidad de una entrevista que celebra un momento de felicidad y satisfacción. Por ello me parecen de poca inteligencia, al menos por tres razones: primera, se sustentan en un prejuicio, su prejuicio, sobre algo que es imposible de saber, porque son incomparables los tiempos, ni existe un sistema objetivo de medida. Segunda, la necesidad excesiva que demuestra de ser admirado le lleva a caer en la vanidad y la egolatría. Tercera, la comparación continua, rayando la envidia, que le lleva a rebajar las habilidades y méritos de sus contrincantes.  Evidentemente no ayudan estos fracasos de la inteligencia a que sea un gran jugador y no sólo un gran delantero.

Para ser un gran profesional, y no sólo deportivo, e independientemente del campo que sea, además de inteligencia emocional y no caer ni en la vanidad, ni en la envidia y ser objetivos en los juicios se deben atesorar otra serie de cualidades esenciales más, mencionaré un par de ellas: una, tener espíritu de equipo y, dos, saber ejercer un liderazgo positivo con sus compañeros. Ese espíritu de equipo no sólo es jugar juntos, sino tener otra serie de actitudes como: la cordialidad con los compañeros, transmitir positividad destacando lo bueno de los demás, cultivar la empatía y la solidaridad lo que eleva el sentido de compañerismo, escuchar y prestar atención, compartir experiencias y conocimiento, criticar construyendo, es decir, ofreciendo soluciones, practicar la asertividad que es decir lo que siente, piensa o cree sin caer ni en la agresividad ni en someterse a la voluntad de otro.

Y respecto al liderazgo ya hemos hablado en otras ocasiones de cómo el líder actual debe apoyarse en la gente, y desarrollar una serie de valores como la equidad, la responsabilidad y la humildad, por tanto, un compañero egocéntrico difícilmente podrá ejercer el liderazgo del equipo pues la arrogancia le transpirará por todos sus poros creyéndose con habilidades fuera de lo normal, poseyendo un concepto de sí mismo muy superior a su esencia.

Desde mi punto de vista ninguna de estas dos cualidades alumbra a Cristiano I, el humilde, sin embargo, seguirán alabándolo desde su organización, su entorno y sus incondicionales hinchas, repitiendo a modo de mantra que es el mejor del mundo, in crescendo su vanidad y ego.

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